miércoles, 6 de febrero de 2019

Un paso

Me encuentro en la soledad, mirando al vacío, de pie a orillas de un acantilado, la luz de luna no alcanza a iluminar el fondo del abismo.

Detrás de mí no hay nada, más que un camino de espinas, tan grandes que no me permitiría dar marcha atrás, de flores brillantes y colores tan peculiares, que parecerían imposibles en la naturaleza, esos colores que siempre han sido adorno de las más ponzoñosas creaciones de dios.

Sobre mí solo los astros, la grandiosa luna que jamás me abandona y las estrellas que han sido guía de hombres más sabios y de criaturas más nobles, hogar de deseos y esperanzas, de sueños, de ilusiones.

Solo el sonido de mi corazón rompe el silencio, es lo único que mantiene mi cordura, pues en la soledad la ausencia de luz hace los ruidos más tenebrosos y la oscuridad esconde mayores peligros.

La vida debe seguir, mi presente es un momento fugaz y debo de dar un paso, pero cada que quiero avanzar siento una tenue calidez en mi mano, volteo a mi diestra y como una aurora apareces, tus grandes labios vestidos de carmín, las perlas que adornan bellamente tu sonrisa, tus ojos grandes anhelantes, me detienen, quiero apreciarlos por siempre, que la tibia sensación en mi palma, recorra todo mi cuerpo e ilumine mi alma, quiero estar aquí mucho tiempo, porque sé que si doy el paso perderé para siempre este momento, la oportunidad de unirme a ti desde tus labios y beber amor de tu intangible cuerpo.

Sé que cuando de el paso no estarás conmigo, solo espero que mi corazón siga latiendo, al momento de que toque el fondo del abismo.