domingo, 21 de abril de 2013

Aventuras medievales - La Fragua del Dragón 1x09

Capítulo 9

Nos dirigimos cerca de los muros, lejos de la explanada donde estaba todo el mundo aún entretenido por las festividades, cerca de las murallas dentro del Reyno, en una casa mas bien noble pero no en óptimas condiciones, los muros de piedra altos, con ventanales que darían seguramente una iluminación óptima sin depender de las velas por largas horas del día, la puerta de madera fina pesada, aún así se abrió sin mayor dificultad, hemos llegado a su hogar.

-Sir, puede usted poner su espada donde le plazca, es un lugar humilde, pero siéntase como en su casa- ella me ofreció asiento frente a la chimenea, Mientras se dirigió a la habitación contigua.

Puse mi espada apoyada en la pared, la chimenea estaba encendida, no me di cuenta de que afuera hacia frío hasta que sentí el cálido abrazo del fuego encendido, me dispuse a sentarme en el sillón más cercano a la pared y por consiguiente a mi espada, me percate de que en el sillón más cercano al calor del lugar estaba sentado un hombre de edad, demasiado corpulento para la edad que se marcaba en su rostro, su mirada fija en el fuego, no me atreví a interrumpir su meditación.

Un momento después, en unas ropas más acordes a su género se acercó mi anfitriona, detuvo su andar donde la luz de la ventana abierta ilumino todo su ser, el cabello dorado recogido con una cuerda de tela de un color azul, dejando apenas algunos cabellos enmarcando su faz, sus grandes ojos, eran expresivos de una blancura poco común, que hacían brillar el zafiro que enmarcaban, su nariz era pequeña, bien proporcionada, me entretuve un momento viendo sus labios húmedos, del mismo tono que los pétalos de rosa al momento de florecer.

Su ropa ceñida, pero con cierta holgura para llevarla en el transcurso del día sin incomodidad, fue un impresionante cambio de sus ropas de "trabajo" a su indumentaria casual, llevaba en sus manos una olla, la puso en el fogón de la chimenea para calentar su contenido, en ese momento volteó a ver al hombre...

-Padre eh traído a un invitado, comerá con nosotros, el me venció en una competencia de arco, sus habilidades me recuerdan a ti cuando me llevabas a ver tus entrenamientos- le dijo alzando un poco la voz, mientras su padre giraba ligeramente la cabeza para captar cada palabra, al mismo tiempo me dirigió la mirada, sólo se me ocurrió ponerme de pie y dar un paso al frente.

- Me honra mucho estar en su compañía, fue una competencia muy pareja en nuestro encuentro de arquería, la buena fortuna me ah acompañado hoy todo el día. - saludarlo me pareció lo más correcto, sin embargo me sentía abrumado por la mirada tranquila que me escudriñaba, esperaba alguna clase de respuesta de su parte, después de verme de pies a cabeza, con su mano me indico que siguiera sentado, el silencio me parecía incómodo, sin embargo las llamas bailaban en la chimenea iluminado en diferentes matices el cuerpo de mi bella anfitriona, mi pecho se oprimía cada vez que ella se volteaba y me sonreía.

-Y dígame Sir, si no es muy atrevido de mi parte, me gustaría saber si un caballero de su clase, se ah visto entretenido por el regocijo del pueblo en la celebración de la cosecha?- sus palabras llegaron a mi como un susurro al principio, después el sonido de su voz, inundo la habitación, me saco de mi estupor, si es posible sobrellevar el hecho de que un ángel se dirija a uno, más aún me impacto que me tenía en tan alta alcurnia, no pude si no reírme nerviosamente antes de contestar.

-Mi Lady, me temo que esa en un error, no soy más que un humilde Herrero, mis espadas todas se vendieron en un día, sin más que hacer, me compre estas ropas para aprovechar el tiempo libre que tenía antes de continuar con mis planes...-Estuve por nervios a punto de hablar de más, mal rayo me parta, me eh descidido a desposar a esta simpática criatura, sin embargo tengo el presentimiento de que pedírselo a su padre en este momento, no vendría nada bien, siento que no necesito conocerla más, pero desearía que ella tuviera una mejor opinión de mi antes de proponerme como compañero de por vida.

Fin Capítulo 9

martes, 16 de abril de 2013

Perspectiva

El día de hoy, odio la soledad.

Pues cuando estoy sólo, me siento triste, mi corazón no lo resiste
y para ser feliz feliz piensa en ti.

Recuerda la seriedad con la que me decías "te amo", la sonrisa en respuesta de un beso, que con uno más intenso desaparecía.

Recuerdo como tu cuerpo se comunicaba conmigo, pues sabía que así todos deseos serían concedidos.

Añoro la intensidad de tu mirada, pues con ella me decías que lo que yo te hacía te llenaba, no nos importaba nada, sólo el placer nos unía, pues nadie más nos lo daba.

Ay tonto corazón, que gran error cometiste, lo nuestro ya no es posible, no hay nada más triste.