lunes, 8 de octubre de 2012

Aventuras medievales - La Fragua del Dragón 1x03

Capítulo 3

Terminaba un encuentro cuando yo llegue, la lanza del caballero de los banderines rojos se había despedazado en el Peto del contrario azul, una astilla penetro entre las juntas del cuello del yelmo, el sangrado era abundante pero la herida no fue de gravedad, lo declararon imposibilitado para continuar, así se decidió el combate.

Anunciaban a los próximos participantes cuando se escuchó un escándalo, proveniente de las carpas de los caballeros de los banderines azules.

-Insensato!!! Como hozas ofrecerme esta espada inferior por haber olvidado la mía!? No te das cuenta de que me pones en desventaja ante mi oponente!? Acaso no valoras tu vida, si por un casual entro en combate de esgrima y no doy buena pelea, se perdería la oportunista de ganar esta justa por equipos.

La gente se enteró rápidamente de la situación, comenzaron las murmuraciones, mismas que llegaron a oídos del grupo rojo, que llevaban ventaja, de manera descortés se acercaron para hacer comentarios provocadores.

-Vive dios, si no faltaba más que una tragedia para marcar su miserable derrota, pero que no se diga de mi que sacare ventaja de este imprevisto, si el Sir no se siente cómodo con su equipamiento, aceptare gustoso decline su participación-

Sin duda las fuertes palabras del contrario sacaron toda duda de el, más sin molestarse tomo mi espada, la calzó con determinación.

-No será necesario señor mío, pues lo que me falte en espada lo compensare con esgrima, le deseo suerte, pues si entramos en duelo de tal manera, su destino será escrito-

Así ambos después de su combate verbal se dispusieron a las armas, cada uno subió a su corcel y fueron propiamente armados, se les entregó la lanza e iniciaron el combate, arremetieron uno contra otro con la fuerza y velocidad de sus monturas, más el peso de su cuerpo, armaduras, además de las poderosas lanzas, que parecen tan fuertes y al encontrarse esas descomunales fuerzas se convierten es simples astillas, el primer contacto destruyo el equipo sin más resultados.

El segundo ataque igualados en velocidad, así mismo contando el dolor del primer golpe, aconteció que en el impacto, el caballero del equipo celeste fue derrumbado de su silla, tardo en incorporarse el mismo tiempo que su oponente bajaba de su animal para entrar en duelo de espadas, pues al levantarse del golpe, no se contaría como un punto completo.

Aún mareado por la caída, el caballero se dio cuenta de su predicamento, sin mucha confianza en mi arma la tomo con ambas manos, adopto una postura de defensa y recibió el primer ataque, fue recibiendo las embestidas hasta que fue conciente de la situación, su oponente puso todas sus fuerzas en un ataque, mientras que el preparo la defensa con mayor determinación, al recibir la estocada con tanta poder y bloquearía, gano la oportunidad de un ataque, con buena técnica alzo la espada sobre su hombro derecho, dirigió su ataque hacia el pecho de su oponente, mismo que se protegió con su arma, en circunstancias normales sería un excelente ataque, sin embargo no contaba con que el acero que tenía en sus manos le diera la victoria.

El ataque que realizo con tan buena técnica y fuerza, corto por la mitad la espada oponente, el guantelete de metal e incluso abrió el peto de su contrincante, ante semejante despliegue de poder, el caballero del equipo carmesí se quedo anonadado, en esos segundos de confusión, de espaldas al suelo, sintió el metal caliente en el cuello, se dio cuenta de su precaria situación, no le quedo más que entregar la victoria, con una señal de su mano, el juez determino que la victoria era para el caballero de los banderines azules.

La gente que incrédula se dio cuenta de lo que había pasado, comenzó a gritar extasiada por la demostración de fuerza, el caballero no dejaba de ver la espada, asombrado de la resistencia y ligereza del arma.

Se dirigió hacia su escudero, que estaba más feliz de conservar la vida que de la victoria de su Sir.

-Donde compraste esta maravilla, cuanto te costo semejante arma- le dijo el caballeo ignorando las felicitaciones de la gente a su alrededor.
-No la eh comprado mi señor, aún que deje 15 monedas de oro en prenda por ella, el armero no quiso hacer el trueque, pues la va a subastar en su puesto cuando termine de vender sus armas, según tengo entendido- contesto el escudero, con la paz y tranquilidad de quien ah expiado todos sus pecados.

Me acerque tranquilamente hacia ellos, para dirigirles unas palabras.
-Sir antes que nada lo felicito por su victoria, me place que mi arma lo ayudara de la manera que lo hizo, aquí le entrego su oro pues como un favor especial, lo tomé en prenda a cambio de mi equipamiento y vengo a recogerlo, pues mi puesto esta sin mi, requiero volver pronto hasta el-
-Armero, toma el oro, déjame tu espada, pues me ah concedido la victoria, agregare más oro al que ya llevas, para que sea justo el intercambio- me dijo mientras hacia la señal a su paje para que acercara un escroto con más oro.
-Lo siento mucho Sir, pero no puedo aceptarlo aún, si le place puede pasar a mi puesto y cuando termine de vender mis armas, realizare una subasta, quien este presenté, ofertara, la puja sin rival se llevará mi "Magna Carta"- así lo dije, tome mi espada entregue el oro, procedí a mi puesto.
-Armero, no insistiré más, tu descicion en la de un hombre de carácter, toma esta pocas monedas por la molestia, acéptalas como un favor especial a mi, no te pido nada a cambio, sólo recompenso al arquitecto de mi victoria, enviare a alguien que este pendiente del inicio de la subasta, espero sepas esperar mi llegada-

tome las monedas que me ofrecía pues vi que eran sus palabras sinceras, además no es noble hacer que un caballero se rebajé a rogarle a un plebeyo.

-Así sea Sir, gratitud y buena suerte en la puja- me retire a mi puesto, me doy cuenta por la cantidad de murmuraciones y la gente que se dirigía a mi puesto, pronto vendería toda mi mercancía, así mismo no tendré necesidad de realizar ninguna demostración más, mi espada se había exhibido por su misma.


Fin del capítulo 3

No hay comentarios:

Publicar un comentario