Esa mañana el sol salió más temprano de lo normal, su luz apenas calentaba el ambiente, el rocío se acentuaba en las plantas y los árboles.
Ese día el cambio de temperatura me despertó en lugar de que lo hicieran el sultán ( así llamaba al portentoso gallo que tenía en su harem 7 gallinas salvajes y varios polluelos)
Las obligaciones de cada mañana las llevaría con buen tiempo pero antes me dispuse a tomar pan y queso, pues mi padre siempre decía que un dragón no podía crear fuego sin su aceite, así un hombre no podía trabajar con el estómago vacío.
Después de alimentarme, comencé a reunir leños secos de los que almacene en la temporada pasada, con la hacha bien afilada los corte por el centro y después las mitades resultantes de nuevo fueron partidas, me detuve hasta que fueron suficientes para la labor de hoy.
Tome mi arco y mis flechas, me adentre en el bosque rumbo a las cuevas, con suerte en el camino casaría mi comida.
Una liebre se alimentaba pacíficamente, tome una flecha en mi mano, agradecí al creador por la oportunidad de un alimento justo para una persona, así no tendría que desperdiciar nada, incluso su piel haría más cómodas mis jornadas al ponerla en mi silla de afilar; exhale para sacar de mi toda duda, inhale al mismo tiempo que tensaba la cuerda, al exhalar nuevamente solté la flecha, el camino de la misma ya estaba decidido por mi, la vida de esa criatura término, para convertirse en el aceite de este caballero dragón.
Conseguí buenas rocas cargadas de metal, incluso algunas piedras preciosas para adornar, la mina a pertenecido a mi familia por generaciones y se ha conservado ya que sólo tomamos lo que necesitamos, nunca más de lo debido.
Mi padre me enseño los secretos de la alquimia, añado ciertos metales de diferente consistencia y dureza, para que mi acero no se rompa fácilmente y difícilmente se oxidé.
El molde de la hoja recibió el metal fundido, las impurezas eran imperceptibles, pero existían, el mazo y el yunque se encargarían de sacarlas y terminar de darle forma; trabaje en ella por horas, golpeaba, templaba el metal una y otra vez, hasta que supe que era el momento de detenerme.
El mango de la espada era de cuerno de alce, montado en metal más pesado que la espada, una guarda recta con terminación en diamante, en el centro del mango puse una piedra verde, con la forma de una escama, sujeta por metal en forma de una garra de dragón, que es el distintivo de mis armas.
Me dispuse a afilar el arma, una tarea más que ardua, ya que el metal que conseguí es muy duro, estuve hasta entrada la tarde afilando la espada, después cuando quede satisfecho probé su filo en madera, su resistencia en metal y su equilibrio empuñandola.
Hacia mucho tiempo que no practicaba esgrima, la espada que fabrique era ligera como una pluma, la hoja reflejaba la luz como si se tratara de un río en calma, la empuñadura aunque no fue fabricada para mis manos era cómoda y suficiente.
Mañana será el día que valla al reyno, esta alejado de mi hogar, pero eh trabajado mucho y tengo que compartir mi arte, ya tengo la edad para desposar a una mujer, cuando termine de vender mis armas buscare a la casamentera local, para elegir pareja, espero que pueda hacer feliz a una mujer, de la misma manera que mi padre con mi madre.
Después de una larga jornada, prepare al conejo para comerlo, guarde una parte para el camino, tome del agua que reuní en las montańas y prepare las reservas que llevaría.
Todos las armas que había fabricado, las dispuse en el carruaje, el sol se ponía cuando yo ya estaba listo para dormir, mañana será un día excelente, pues es el principio del resto de mi vida.
Fin capítulo 1
Me siento inspirado al relatar la historia de este hombre, un ser que nació en mi mente, vivirá en mis sueños y tomara sus propias decisiones.
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